El pasado 20 de enero, Donald Trump asumió su segundo mandato como presidente de los Estados Unidos de América. Desde las elecciones presidenciales en noviembre de 2024, existían diversas expectativas respecto a lo que podría suceder si él resultaba como ganador. Por ejemplo, en el mundo de los criptoactivos, se vislumbraba un panorama muy positivo ante su victoria, ya que dentro de sus discursos se escuchaba una mayor aceptación a criptomonedas como el Bitcoin. De hecho, al darse los resultados electorales, se vio un impacto directo, con varias monedas que cotizaban en mayores precios, a su vez, memecoins como la TRUMP coin o la MELANIA coin tuvieron crecimientos destacables.
Sin embargo, no solo los mercados financieros verían impactos rápidos. A inicios de febrero, solo a semanas de la toma de poder, el presidente Trump anunció la aplicación de aranceles a algunos países que son sus aliados clave por cercanía como México y Canadá. A su vez, se aplicaron impuestos a sectores con gran peso industrial como el aluminio y el acero, de manera generalizada. Incluso, China, un exportador mundial y uno de los principales socios para importaciones de Estados Unidos, tendría un nuevo impuesto del 10%.
También, se ha revelado que ha encargado a su equipo la elaboración de planes para imponer aranceles recíprocos a todos los países que graven sus importaciones y que buscará introducir aranceles del 25% a las importaciones de automóviles, semiconductores y productos farmacéuticos. Todo esto generará impactos en la economía estadounidense, como puede ser en su nivel de crecimiento que se venga estancado al existir un menor consumo, debido a que la carga tributaria caerá en buena medida sobre el consumidor, pero a su vez influirá sobre los niveles de precios, aumentando la inflación. Sin embargo, debido a la importancia sistémica de Estados Unidos a nivel mundial, estas acciones afectarán a todas las regiones del mundo, principalmente aquellas que tienen relaciones comerciales muy fuertes con esta nación.
Aquí es donde entra Centroamérica, con base en datos de los Bancos Centrales de cada país, Estados Unidos es el principal socio comercial de Guatemala, El Salvador, Honduras y Costa Rica, representando el 31.9%, el 33.1%, el 35.5% y el 46.8%, de las exportaciones totales de bienes de cada país, respectivamente. Aunque existen tratados de comercio entre estos países y la nación anglosajona, estos no cubren todos los bienes y tampoco son una protección a la implementación de estas políticas. Al aplicarse aranceles a las exportaciones de estos países, sin duda, afectará las economías locales, reduciendo la producción de algunos sectores y aumentando situaciones de desempleo para algunas industrias.
Si bien, el alcance de los efectos de estas políticas difícilmente puede ser estimado, debido a la complejidad del funcionamiento del mercado internacional, sí se puede esperar claramente que baje el nivel de exportaciones para los países y esta reducción puede ser proporcional a la importancia que tiene Estados Unidos dentro de la relación comercial. A su vez, países como El Salvador, podrían ver afectado su nivel inflacionario al estar dolarizados. No obstante, se debe considerar que si la Reserva Federal de Estados Unidos (FED) decide subir los tipos de interés para contrarrestar los efectos negativos de los aranceles, en ese caso, podrían generarse episodios deflacionarios (períodos de cambios en precio negativos) en naciones con baja inflación natural.
La reducción de la actividad económica que se ocasionaría como respuesta a la disminución de la actividad comercial internacional provocaría también una reducción en el crecimiento económico para los países centroamericanos. Lo cual, sumado a las políticas implementadas también por Estados Unidos para enviar inmigrantes ilegales de regreso a sus países natales, genera expectativa a que ocurran crisis sociales, ya que se podría dar un desequilibrio todavía mayor del mercado laboral, lo que podría llevar a tasas de desempleo bastante altas. Ante el desempleo, si el sistema legal-penal no es lo suficientemente eficiente para desincentivar el delito, es muy probable que aumente la delincuencia, lo que afectará la calidad de vida de las personas, así como las actividades de turismo, reduciendo todavía más los ingresos.
De suceder lo anterior, es muy probable que esto genere nuevos flujos migratorios hacia Estados Unidos, lo que sería contrario al objetivo buscado. Lo anterior, nos muestra algunos de los impactos que las políticas estadounidenses tienen sobre el desarrollo de las naciones centroamericanas, tanto en sentido comercial como migratorio. Sin embargo, debe considerarse que también fungían como un apoyo para el directo al desarrollo, por ejemplo, a través de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), la cual fue desmantelada en enero. Sin apoyo a su crecimiento y con políticas que lo dificultan más, Centroamérica tendrá que enfrentarse a diversos desafíos o buscar el apoyo de otro gigante internacional que pueda servirle de sostén y aliado comercial.
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