El cambio climático es un desafío global que nos afecta a todos y que requiere la colaboración de cada individuo, organización y país para mitigar sus consecuencias. El último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) destaca la importancia de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero para limitar el aumento de temperatura a 1.5°C respecto al promedio de 1850 a 1900.

Las actividades humanas como el uso de energía no sostenible, los patrones de consumo y los métodos de producción son las principales causas del calentamiento global, a través de la emisión de gases de efecto invernadero. El informe del IPCC señala que esto ha ocasionado un incremento de la temperatura en 1.1°C respecto al promedio global que se tuvo de 1850 a 1900 y se espera que continúe incrementando en los próximos años.

Para mantener el límite en el aumento de la temperatura, se han realizado recomendaciones para políticas de producción y consumo que buscan reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, como las referentes a la agenda 2030 (Acuerdo de París), al protocolo de Montereal y al protocolo de Kioto. Sin embargo, las políticas implementadas actualmente no se encaminan hacia los resultados deseados y se espera que se supere el límite durante el siglo XXI, dificultando mantenernos debajo de los 2°C, que es cuando los efectos del cambio climático comienzan a agravarse.

El aumento de la temperatura global tendrá efectos a corto y largo plazo en nuestro ecosistema. Se estima que habrá un alza en el riesgo de pérdida de especies, especialmente en la zona de la línea del Ecuador, debido a la exposición a temperaturas peligrosas. También, se prevé un aumento en los riesgos para la salud humana por el calor y la humedad, así como impactos sobre la producción de alimentos, tanto de la tierra como del océano, afectando principalmente a países como Estados Unidos, México, India, China, Centro América y Colombia. Otros cambios serán el aumento en el nivel del mar y las variaciones drásticas en algunos ecosistemas, incluyendo eventos climáticos extremos o la pérdida de algunos biomas únicos o que ya se encuentran bajo amenaza, como la Antártida o el Ártico.

La mayoría de los cambios ya son inevitables e irreversibles, pero todavía se puede mitigar su gravedad y prontitud. Para lograr lo anterior, al mantenernos dentro del límite de 1.5°C, necesitamos reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en 43% respecto a 2019 para el 2030. No obstante, lograr esta meta común es diferente para cada contexto. Por un lado, los países desarrollados cuentan con mayor facilidad a migrar a sistemas sostenibles y a crear conciencia efectiva en la población acerca de las problemáticas ambientales, debido a su avance tecnológico, las mejores condiciones de vida y la solidez de sus organizaciones. Por el otro lado, las naciones en vías de desarrollo priorizan alcanzar metas de desarrollo social y económico, sobre aquellas ambientales, a la vez que existen dificultades con relación a la educación ambiental, dadas las carencias que existen en formación cultural y profesional.

De lo anterior, se resalta la importancia de la cooperación internacional, para que aquellas naciones con mayor avance tecnológico puedan “migrar” sistemas de producción sostenibles a los países que no pueden costearlos por sí mismos. Esta ayuda, también puede provenir de multilaterales, como el Banco Mundial que financian proyectos de desarrollo (1,074 orientados a cambio climático). Aunque, se debe valorar que el impacto en su mayoría es proporcional al tamaño de los países, pero, aun así, las pequeñas sociedades en conjunto son capaces de ayudar a mitigar la crisis, por lo que es necesaria su transformación.

Es importante tomar medidas urgentes y efectivas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y mitigar las consecuencias del cambio climático. Como individuos, podemos promover prácticas de consumo responsable y apoyar a empresas y productos que tienen prácticas amigables con el medio ambiente. Los negocios pueden implementar soluciones innovadoras para reducir sus emisiones y adoptar prácticas de producción sostenibles. Por su parte, los gobiernos deben implementar políticas que promuevan la transición hacia una economía baja en emisiones y promover la cooperación internacional para abordar este problema global.