Estamos cerrando año y tenemos a las puertas un 2025 que, en términos financieros y económicos, nos muestra una dicotomía de resiliencia y desafíos importantes. Los riesgos requerirán medidas estratégicas por parte de gobiernos, empresas e inversores, para evitar que la economía sufra un nuevo descalabro.
El último informe de perspectivas económicas de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) nos da algunas luces al respecto. Por una parte, la entidad prevé que el crecimiento global se mantendrá estable en los próximos años, con un incremento proyectado del 3.3 % en el PIB mundial tanto en 2025 como en 2026. Este ritmo, aunque moderado, muestra la resiliencia de la economía en medio de un escenario de tensiones geopolíticas y ajustes en políticas monetarias.
Las perspectivas, por supuesto, varían significativamente entre las diferentes regiones. Estados Unidos, impulsado por un mercado laboral sólido y mejoras en los ingresos reales de los hogares, proyecta un crecimiento del 2.8 % en 2025. En Europa, la recuperación de los ingresos y el alivio en las tasas de interés permitirán un crecimiento del 1.3 %, mientras que Japón y China experimentarán una desaceleración moderada, alcanzando tasas del 1.5 % y 4.7 %, respectivamente.
La inflación seguirá disminuyendo, con proyecciones del 3.8 % en las economías de la OCDE para 2025, gracias a políticas monetarias restrictivas y una estabilización en los mercados de materias primas. Sin embargo, los bancos centrales deberán actuar con cautela al reducir las tasas de interés, garantizando que las presiones inflacionarias subyacentes estén controladas. Este delicado equilibrio será clave para mantener la estabilidad macroeconómica y evitar correcciones disruptivas en los mercados financieros.
A pesar de las perspectivas positivas, persisten desafíos estructurales. Las altas ratios de deuda pública exigen un enfoque fiscal más disciplinado, con medidas que optimicen los ingresos y controlen el gasto. Además, los problemas de escasez de mano de obra, exacerbados por el envejecimiento poblacional, representan un obstáculo significativo para el crecimiento a largo plazo.
No está de más recordar que conflictos geopolíticos, tensiones comerciales y posibles sorpresas inflacionarias podrían alterar las proyecciones actuales. Por otro lado, una resolución temprana de conflictos internacionales o una recuperación más rápida de la confianza del consumidor podrían impulsar un crecimiento mayor al previsto.
Para los inversores, 2025 será un año de oportunidades estratégicas, siempre que se adopten medidas informadas y alineadas con las tendencias económicas globales. Desde EXOR Estructuradores Financieros, continuaremos brindando asesoría especializada para ayudar a nuestros clientes a tomar mejores decisiones y aprovechar las oportunidades de inversión que emerjan en los mercados internacionales.
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