La industria bancaria opera y se enfrenta a un panorama dinámico y desafiante, marcado por cambios estructurales en la economía global y avances tecnológicos que transforman la industria. A esto se suman desafíos como la creciente competencia de actores no tradicionales y las altas expectativas de los consumidores, que exigen una adaptación constante de las instituciones financieras en los distintos mercados.
Transformación del entorno económico global:
La economía mundial presenta un crecimiento moderado pero desigual. Según el ‘Global Economics Intelligence Executive Summary, September 2024’ de McKinsey, se espera un crecimiento económico global del 3.2% para 2024 y 2025, impulsado principalmente por mercados emergentes como India y Brasil. En contraste, las economías avanzadas, como Europa y Reino Unido, enfrentan tasas de crecimiento ajustadas a la baja debido a problemas estructurales como las presiones inflacionarias persistentes.
El informe también destaca que, aunque la inflación global está disminuyendo, la inflación subyacente (ajustada al nivel de precios) sigue siendo alta en varias regiones, afectando el poder adquisitivo de los consumidores y la rentabilidad de las instituciones financieras. Estos desafíos están llevando a los bancos a repensar sus estrategias de generación de ingresos, especialmente en un entorno donde las tasas de interés, que en 2023 alcanzaron niveles máximos en una década, comienzan a mostrar señales de estabilización.
La importancia de la innovación y la transformación digital:
La tecnología es un motor clave para la competitividad bancaria. De acuerdo con el ‘Global Banking Annual Review 2024’ de McKinsey, el 14% de los bancos que dominan la industria generan el 80% de las ganancias económicas globales, y un factor diferenciador es su capacidad para implementar herramientas de inteligencia artificial y analítica avanzada. Esto les ha permitido optimizar costos, personalizar servicios y crear nuevas fuentes de ingresos.
El panorama competitivo está siendo rediseñado por la competencia de actores no tradicionales, como neobancos y empresas de tecnología financiera. Sin embargo, McKinsey señala que un porcentaje mínimo de las instituciones bancarias tradicionales ha logrado una transformación tecnológica de manera efectiva. Por ejemplo, la integración de plataformas digitales ha reducido en más del 20% los costos operativos para los bancos líderes. Esta capacidad para innovar y adaptarse rápidamente a las demandas de los clientes será determinante para su éxito en los próximos años.
Desafíos del sector:
A pesar de las oportunidades, la banca enfrenta riesgos considerables. La industria bancaria global enfrenta desafíos relevantes en términos de valoración debido a que el ratio price-to-book (P/B) es de 0.9 (la más baja entre todas las industrias). Es aún más alarmante el que no se trate de una situación específica de una región; en países como Japón, Reino Unido, China, Alemania y Nigeria, una proporción significativa de las instituciones financieras presenta una relación P/B inferior a 1, indicando una percepción generalizada de que los bancos podrían no estar generando suficiente valor económico para sus accionistas.
Asimismo, si bien las altas tasas de interés impulsaron el rendimiento de los bancos en 2023, una reducción futura podría bajar significativamente sus ingresos netos por intereses, que actualmente representan el 75% de sus ingresos totales en promedio. Para diversificar el riesgo, los bancos podrían adoptar estrategias en las que añadan fuentes de ingresos, ampliando su enfoque hacia servicios como gestión de patrimonios, asesoramiento financiero y activos alternativos. El informe ‘Long-Term Capital Market Assumptions 2025’ de J.P. Morgan muestra que los bancos que han incorporado activos alternativos en sus carteras han logrado incrementar su retorno sobre el capital tangible en un 3% adicional en promedio.
En este mismo sentido, la colaboración con fintechs puede acelerar la transformación digital y la innovación de productos. Al menos el 45% de los bancos líderes ya están formando asociaciones estratégicas con empresas tecnológicas para mejorar su capacidad de respuesta ante cambios en las demandas del mercado.
Finalmente, aquellas instituciones que decidan priorizar la expansión en mercados emergentes deben adoptar enfoques cautelosos, evaluando detenidamente los riesgos regulatorios e inestabilidad política regional. Al mismo tiempo, deben aprovechar las oportunidades de crecimiento que ofrecen estas economías, como el acceso a una población creciente, la diversificación de ingresos y la posibilidad de establecer relaciones duraderas en mercados en pleno desarrollo.
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