América Latina y el Caribe atraviesa un momento crucial de su historia económica. Tras una década de crecimiento modesto, con una tasa promedio de apenas 0.9% entre 2015 y 2024, los retos para la región no parecen ceder. La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) ha calificado este periodo como una “trampa de bajo crecimiento”, marcada por la incertidumbre interna y externa, y un limitado margen para las políticas fiscales y monetarias.

Sin embargo, en medio de estas dificultades, también existen grandes oportunidades. El informe anual de la CEPAL subraya la necesidad de una combinación de políticas que impulsen el crecimiento económico, con especial énfasis en la inversión en infraestructura y en la adaptación al cambio climático. Estos son precisamente los caminos que debemos explorar con mayor intensidad.

La inversión en infraestructura es fundamental para desbloquear el potencial de crecimiento de América Latina. Las mejoras en transporte, energía, telecomunicaciones y agua no solo crean empleo, sino que también aumentan la productividad y conectan a nuestras economías con el resto del mundo. El desempeño de la inversión en la región ha sido débil en los últimos años, lo que ha contribuido a nuestro bajo crecimiento.

Aquí es donde los mercados de capitales toman mayor importancia. Aprovechar estos mercados para financiar proyectos de infraestructura puede ser una solución efectiva para superar las limitaciones presupuestarias que enfrentan muchos gobiernos en la región. Los bonos soberanos, por ejemplo, son una herramienta poderosa que permite a los países acceder a recursos frescos, necesarios para financiar proyectos a gran escala que impulsen el desarrollo económico y social.

Los mercados de capitales intensivos tienen un gran potencial para apoyar el crecimiento económico de los países latinoamericanos. Corresponde a los gobiernos, junto con el sector privado, trabajar en la creación de un entorno favorable para la emisión de bonos soberanos y otros instrumentos financieros que canalicen recursos hacia proyectos productivos.

El desarrollo de una infraestructura robusta no solo estimulará el crecimiento, sino que también contribuirá a la creación de empleos formales y de calidad, un área en la que la región enfrenta desafíos estructurales. La mayoría de los empleos creados en la última década han sido informales, especialmente en sectores de baja productividad. Para cambiar esta realidad, es necesario invertir en sectores que generen mayores incrementos de productividad, y la infraestructura es uno de ellos.

América Latina es una de las regiones más vulnerables al cambio climático, un fenómeno que, si no se aborda adecuadamente, podría tener consecuencias devastadoras para nuestras economías. Según la CEPAL, la inacción en la adaptación y mitigación del cambio climático podría llevar a la pérdida de 43 millones de empleos para 2050, afectando gravemente sectores como la agricultura y el turismo.

Sin embargo, también debemos ver esto como una oportunidad. La inversión en infraestructura resiliente y en tecnologías verdes puede no solo mitigar los efectos del cambio climático, sino también convertirse en un motor de crecimiento económico. América Latina tiene la capacidad de liderar en este campo, aprovechando su riqueza natural y su diversidad para desarrollar soluciones innovadoras que impulsen un crecimiento sostenible.

Los desafíos que enfrentamos como región son grandes, pero las oportunidades para superarlos y prosperar son aún mayores. Es fundamental que la región apueste por una combinación de políticas que promuevan la inversión en infraestructura y la adaptación al cambio climático, utilizando los mercados de capitales como una herramienta clave para financiar este desarrollo.