Opinión

Déficit Fiscal y Deuda Pública en América Latina: Un Equilibrio Delicado para el Desarrollo

  • Katherine Realegeño
    Exor - Latam Centroamérica
    02 de Diciembre, 2025

América Latina enfrenta un desafío estructural que define su capacidad para financiar el desarrollo sin comprometer la estabilidad macroeconómica: el déficit fiscal y el crecimiento sostenido de la deuda pública. Ambos fenómenos están profundamente entrelazados y su gestión exige un enfoque estratégico que permita atender necesidades inmediatas —infraestructura, educación, salud y protección social— sin generar riesgos de mediano y largo plazo. Con déficits fiscales que en promedio rondan el 3-4% del PIB y niveles de deuda pública que superan el 60% del PIB regional (y en varios países ya por encima del 80-100%), la región debe priorizar urgentemente la sostenibilidad fiscal y la eficiencia del gasto público.

El Déficit Fiscal: Un Obstáculo Recurrente

Aunque los déficits fiscales de América Latina se han reducido desde los picos post-pandemia, siguen siendo un problema persistente en la mayoría de los países. En muchos casos superan el 3% del PIB, muy por encima de los límites que recomiendan los organismos internacionales y de los compromisos asumidos en reglas fiscales nacionales. Este desbalance responde principalmente a tres factores: 

Un aumento del gasto corriente (salarios públicos, pensiones, subsidios). 

- La rigidez presupuestaria: en promedio, más del 70-80% del gasto primario es inflexible. 

- Una capacidad de recaudación tributaria limitada, que en la región apenas alcanza el 18-23% del PIB (frente al 34% de los países OCDE), y que en varios casos sigue por debajo del 15%.

La Deuda Pública: Un Instrumento de Doble Filo

En la última década, la deuda pública de América Latina prácticamente se duplicó como porcentaje del PIB. Este aumento fue necesario para enfrentar la pandemia y financiar inversión pública, pero también refleja la dificultad crónica de cerrar la brecha fiscal con ingresos propios.

El acceso a mercados internacionales y a préstamos multilaterales (BID, Banco Mundial, CAF) se ha encarecido desde 2022 por el endurecimiento monetario global, y la alta proporción de deuda en dólares (en muchos países supera el 60-70%) expone a las economías a riesgos cambiarios. Un dólar más fuerte encarece automáticamente el servicio de la deuda y reduce el espacio fiscal en moneda local.

Aunque varios países conservan grados de inversión o lo recuperaron recientemente, el margen de maniobra se estrecha: el servicio de la deuda ya consume entre el 10% y el 20% del presupuesto en numerosos casos, y un nuevo ciclo de tasas altas o menor apetito por riesgo emergente podría complicar el refinanciamiento.

El Entrelazamiento: Un Ciclo que Hay que Romper

Déficit y deuda forman un círculo vicioso: el déficit se financia con deuda, y el servicio de esa deuda agrava el déficit futuro si no hay crecimiento de ingresos o ajuste del gasto. La alta rigidez del gasto público —dominada por salarios, pensiones y transferencias— limita la capacidad de reasignar recursos hacia inversión productiva que genere crecimiento y, con él, mayor recaudación.

Además, la dependencia del financiamiento externo para proyectos de infraestructura aumenta la vulnerabilidad ante shocks globales: suba de tasas, fortalecimiento del dólar o caída de los precios de las materias primas.

Tres Prioridades Comunes para la Región

Para salir de este equilibrio delicado, América Latina necesita avanzar simultáneamente en tres frentes:

  1. 1.      Fortalecer la recaudación tributaria sin medidas regresivas

La baja recaudación tributaria es el principal cuello de botella. Modernizar la administración tributaria, combatir la evasión y elusión, ampliar bases imponibles y mejorar el impuesto al valor agregado pueden generar 2-4 puntos del PIB adicionales.

  1. 2.      Optimizar y flexibilizar el gasto público

Reducir gradualmente la participación de los gastos rígidos, mejorar la focalización de subsidios, fortalecer la evaluación de impacto de la inversión pública y priorizar proyectos de alta rentabilidad social y económica (infraestructura, educación técnica, transición energética).

  1. 3.      Diversificar las fuentes de financiamiento

Además de bonos soberanos y préstamos multilaterales, las asociaciones público-privadas (APP), los bonos temáticos (verdes, sociales, sostenibles) y los mecanismos de garantías multilaterales pueden movilizar capital privado y reducir la presión sobre la deuda pública tradicional. Fortalecer marcos regulatorios transparentes y estables es clave para atraer esa inversión.

Un Camino Hacia la Sostenibilidad

América Latina tiene ventajas que no puede desperdiciar: población joven, abundancia de recursos naturales críticos para la transición energética global y, en varios casos, estabilidad macroeconómica relativa y grado de inversión. Gestionar con prudencia el déficit fiscal y la deuda pública no significa renunciar al desarrollo, sino todo lo contrario: es la condición para que las próximas décadas sean de crecimiento inclusivo y resiliente.

En un mundo de tasas más altas, mayor volatilidad y urgencia climática, cada punto de espacio fiscal ganado será decisivo. La región no puede seguir postergando las reformas que le permitan invertir más y mejor sin comprometer el futuro. El equilibrio es delicado, pero alcanzable.

seo ajansıseo agencyweb tasarım ajansıweb design agencymobil uygulama yapan firmalarcompanies that develop mobile applicationslogo tasarımprofesyonel logo tasarımılogo designreklam ajansıadvertising agencysosyal medya ajansısocial media agencytanıtım filmi