Históricamente, la economía neoclásica ha sido parte del mainstream del pensamiento económico desde el siglo pasado y hasta la actualidad. En términos simplistas, esta escuela se basa en la racionalidad de los individuos, estableciendo que tanto personas como empresas buscan como objetivo último la maximización de sus beneficios, en todo momento e independiente de sus circunstancias. Este paradigma ha influido enormemente en la forma en la que se entienden los mercados, y en cómo se construyen las políticas públicas. No obstante, en épocas recientes se ha desarrollado una línea de pensamiento que cuestiona los fundamentos básicos de la corriente neoclásica: la economía conductual. Para analizar cómo esta nueva perspectiva cuestiona los fundamentos neoclásicos, primero estableceremos dichos elementos:
En primer lugar, para la economía neoclásica los individuos toman decisiones racionales en todo momento. Por ejemplo, supongamos que vamos al super un viernes por la noche en la preparación de un viaje con amigos durante el fin de semana, poseemos un presupuesto limitado y debemos decidir qué bebida comprar. La teoría explica que realizaremos un análisis sobre qué artículo nos entrega la mayor utilidad y adquiriremos ese. Por otro lado, la corriente conductual establece que en múltiples ocasiones los individuos se dejan llevar por sus sentimientos y emociones al momento de decidir. Continuando con el ejemplo, ahora consideremos que ya es sábado y estamos por escoger qué almorzar. Entre las opciones cercanas a donde nos encontramos se destacan dos: una rica hamburguesa acompañada de papas fritas o una “aburrida” ensalada. En términos nutricionales, podemos creer que la ensalada es la opción más saludable. Sin embargo, quizá todos hemos estado en este dilema en alguna ocasión y hemos optado por la hamburguesa, tomando una decisión que podríamos considerar como poco razonable.
En segundo lugar, según las ideas neoclásicas, todos los individuos participantes dentro de los mercados poseen información completa, con la cual pueden tomar las mejores decisiones posibles. Sin embargo, existe un fenómeno conocido como “asimetrías de información” el cual contradice el postulado anterior. Un estudio de George Akerlof ejemplifica en términos simples esta idea utilizando como base el mercado de autos usados. Siguiendo esta idea, supongamos que estamos en búsqueda de un vehículo, y evaluamos la alternativa de comprar uno de segunda mano porque es lo que mejor se ajusta a nuestro presupuesto. En esta situación, se considera que los vendedores son quienes tienen la información completa, porque conocen el historial de mantenimiento y uso de los autos. Por nuestra parte, como compradores carecemos de todos los datos necesarios para hacer una adquisición informada por lo que optamos por ofrecer un precio menor, considerando la posibilidad de adquirir un producto en mal estado. Es importante tener en cuenta las consecuencias de estas asimetrías de información. En el caso que hemos presentado, estas se vuelven un problema debido a que pueden llevar a resultados ineficientes en el mercado. En este contexto, como consumidores hemos ofrecido un precio inferior, por lo cual los vendedores de autos en buen estado se pueden ver desincentivados a continuar en el mercado.
En tercer lugar, la economía neoclásica se basa en el axioma de las preferencias estables. Esta afirmación define los gustos de las personas como aspectos consistentes a través del tiempo. Por ejemplo, quizá todos hemos conocido a un amigo que sigue enamorado de su ex de la infancia, e independientemente del momento la elegiría a ella sobre cualquiera. Si bien es cierto, esta situación se puede considerar común, existen otras circunstancias en las que las decisiones de los individuos no se mantienen constantes. Para ilustrar, utilizaré una anécdota personal. Siempre he preferido las pupusas de frijol con queso exclusivamente, pase años sin probar otras especialidades. Sin embargo, recientemente descubrí las pupusas de queso con jalapeño y me encantaron aún más. Desde ese entonces, siempre incluyo una de esas en mi pedido. De esta forma se demuestra lo que la corriente conductual establece: los seres humanos son personas que se transforman y evolucionan con el paso de los años, y por lo tanto sus gustos y preferencias también.
Finalmente, la corriente neoclásica establece la teoría de los mercados eficientes. Estas ideas consideran que los precios reflejan toda la información disponible. Sin embargo, la economía conductual considera que, en muchas ocasiones, los mercados pueden verse influenciados por las emociones de sus participantes. Como se expuso previamente, muchas de las decisiones que toman las personas no son racionales. Keynes, en su obra “Teoría general del empleo, el interés y el dinero” identifica la existencia de los espíritus animales, una parte emocional e inclusive irracional, dentro de los individuos al momento de tomar decisiones respecto a la inversión y el consumo en tiempos de estrés e incertidumbre. Un ejemplo que expone dicho comportamiento es la creación de burbujas especulativas. En estas situaciones, los inversores están emocionalmente influenciados por el entusiasmo del mercado, en lugar de basar sus decisiones en un análisis de la situación financiera de la empresa, por lo cual, los precios de los activos se “inflan” significativamente por encima de su valor intrínseco debido a la especulación. Este panorama se vio reflejado en la burbuja de las “puntocom” en la década de los ’90. En esta ocasión hubo una gran demanda de acciones de empresas de tecnología, aun cuando no se tenía claro cómo dichas compañías generarían beneficios en el largo plazo.
Todo lo establecido anteriormente es relevante para entender que, posiblemente, la teoría económica dominante carece de elementos para realizar un análisis completo de nuestra realidad. Hemos evidenciado cómo la racionalidad perfecta, la información completa, las preferencias estables y la eficiencia de los mercados son conceptos que, si bien útiles en ciertos contextos, no capturan la complejidad de las decisiones económicas reales. Debido a esto, se vuelve indispensable completar dichas ideas con nuevas líneas de pensamiento como lo es la corriente conductual ya que la combinación de ambas corrientes ofrece una visión más completa del comportamiento económico humano.