Opinión

El financiamiento estructurado: el estándar en los mercados de capitales para Latinoamérica

  • Yimerson Tobias
    Exor - Latam Centroamérica
    01 de Junio, 2023

En los últimos años, hemos sido testigos de importantes cambios macroeconómicos derivados de diversos eventos en todo el mundo. La pandemia del COVID-19, el conflicto en Ucrania, la guerra comercial entre Estados Unidos y China, el aumento de la inflación y las alzas en las tasas de interés han generado un entorno de incertidumbre macroeconómica significativa. En este contexto, las economías emergentes se ven afectadas no solo en términos de su actividad económica, sino también en el acceso al capital debido al riesgo, que prevalece, en relación con la liquidez de los países en desarrollo.

 

El costo financiero en los instrumentos de deuda en los mercados de capitales se compone de dos elementos principales. En primer lugar, encontramos el rendimiento de los activos considerados "libres de riesgo", como los "treasury bills". Hace más de dos años, estos activos ofrecían rendimientos casi nulos, pero en la actualidad, presentan retornos cercanos al 5%. Por otro lado, el segundo componente es la prima (spread) que se aplica a los títulos emitidos por las economías emergentes en comparación con los títulos libres de riesgo. En Latinoamérica, los países obtienen financiamiento con un spread promedio del 4.4% por encima de los títulos libres de riesgo (según el EMBI Latinoamericano). Sin embargo, para países con perspectivas relativamente más desfavorables, como Ecuador, Bolivia y El Salvador, este spread puede superar el 12% (EMBI). Esto implica que los países emergentes, en promedio, sin considerar las diferencias en perspectivas fiscales, políticas y económicas, pueden obtener fondos a una tasa de interés alrededor del 9.4%, mientras que las naciones consideradas más riesgosas, desde la perspectiva del mercado, pueden enfrentar un costo superior al 16.4%.

 

Teniendo en cuenta el panorama descrito, gran parte de Latinoamérica se enfrenta a un mercado menos líquido, donde los inversionistas de alto rendimiento son escasos, y obtener fondos a costos razonables a través de métodos de financiación directa no garantizada resulta difícil. En este contexto, el financiamiento estructurado ha surgido como una alternativa cada vez más popular. Esta tendencia ha sido notable en la región latinoamericana, donde tanto las empresas como los gobiernos han recurrido cada vez más a esta modalidad para acceder de manera eficiente a capital y mitigar riesgos.

 

El financiamiento estructurado sobrepasa a otras alternativas, al ofrecer una capacidad superior para mitigar riesgos a través de estructuras complejas, que incorporan diversos mecanismos destinados a proteger a los inversores y asegurar el cumplimiento de los pagos. Estos componentes abarcan garantías colaterales, seguros, la emisión de valores respaldados por activos, como los bonos respaldados por hipotecas, entre otros. Mediante la utilización de estos componentes, los inversores pueden experimentar una mayor sensación de seguridad al invertir y premiar al emisor con una mejor tasa de interés.

 

En consecuencia, este tipo de esquemas financieros ha permitido a los prestatarios latinoamericanos acceder a los mercados de capitales de manera más efectiva. En lugar de depender únicamente de los bancos locales para obtener recursos. Las empresas y gobiernos de la región han podido atraer inversores extranjeros interesados en participar en este tipo de transacciones. Esto amplía el universo de financistas potenciales y puede resultar en mejores.

 

El aumento del financiamiento estructurado ha impulsado el desarrollo del mercado de capitales en Latinoamérica. A medida que las empresas y gobiernos emiten instrumentos financieros de este tipo, se crea un ecosistema de inversores, intermediarios y reguladores dedicados a estas transacciones. Esto fomenta la transparencia, la eficiencia y la sofisticación de los mercados financieros en la región, promoviendo un entorno propicio para el crecimiento económico y la atracción de inversión.

 

Si bien estas transacciones han demostrado ser beneficiosas en muchos aspectos, también presentan desafíos importantes. La complejidad de las transacciones requiere una gestión de riesgos más sofisticada y un conocimiento profundo de los instrumentos utilizados. Además, la dependencia de los mercados internacionales puede exponer a los prestatarios a fluctuaciones en las condiciones globales y en la confianza de los inversores. Es fundamental que las partes involucradas comprendan plenamente los riesgos y beneficios antes de embarcarse en transacciones de este tipo.

 

Dada la percepción de riesgo de los inversionistas sobre las economías emergentes y la coyuntura de tasas de interés, el financiamiento estructurado se ha convertido en el estándar en los mercados de capitales, superando a los créditos directos no garantizados, que pueden permitir a los emisores de deuda, con el acompañamiento adecuado, acceder de forma competitiva a nuevos recursos. A medida que las empresas y gobiernos de la región buscan capital eficiente y soluciones flexibles, este tipo de esquemas continuará desempeñando un papel crucial en el panorama financiero latinoamericano.

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