Opinión

Detrás de las cámaras de la Copa Mundial de Fútbol de 2022

  • Lourdes Jaco
    Exor - Latam Centroamérica
    24 de Octubre, 2022

A pocos días del inicio del mundial de Catar 2022, este 20 de noviembre, la emoción de los aficionados se vive cada vez con más intensidad. El anfitrión del evento espera recibir 1.2 millones de visitantes y estima que puede percibir ganancias de hasta US$ 17,000 millones. Para poder lograrlo, se ha destinado una inversión que alcanza unos US$ 1,696 millones, según datos de la FIFA (Federación Internacional de Fútbol Asociación?), la cual incluye la construcción de hospedajes y de estadios, así como la coordinación del transporte.


En los últimos años, Catar se ha caracterizado por la fortaleza de su economía que se sustenta principalmente en las exportaciones de petróleo y gas natural, debido a la gran cantidad de reservas que posee; ambos representaron casi el 85% del total de las exportaciones en 2021. Según datos del Banco Mundial, para 2021 tuvo un PIB per cápita (ajustado por la paridad del poder adquisitivo) de US$ 93 mil dólares, aproximadamente. No obstante, cerca del 80% del total de la población es inmigrante.


Para poder llevar a cabo toda la preparación de logística y de construcción para este evento, se ha requerido de abundante mano de obra. Se estima que el 90% de los trabajadores que han colaborado en la infraestructura para el mundial lo conforman inmigrantes provenientes principalmente de India, Nepal y Bangladesh. Sin embargo, en 2016 se empezaron a hacer denuncias públicas sobre la precariedad de las condiciones en la que los trabajadores desempeñan sus labores. Además, ellos estaban regidos bajo un mecanismo de estricto control laboral para inmigrantes llamado Kafala.


Son muchos los abusos que han sido declarados por los trabajadores, quienes aseguran que han tenido que endeudarse para poder trabajar en dicho país, ya que tienen que pagar comisiones a los empleadores en sus países de origen, que pueden rondar entre los US$ 500 a US$ 4,300. Dichas deudas se están volviendo insostenibles puesto que los salarios son menores a los prometidos (US$ 220 mensual), además estos son insuficientes para subsistir y no son cobrados a tiempo, sin mencionar las condiciones indignas en las que han tenido que vivir. Además, se les impide dejar sus trabajos debido a que los empleadores confiscaron sus documentos y las solicitudes para conceder permisos de salida del país son denegadas.


Si bien en 2017 el gobierno catarí implementó medidas para evitar estos abusos, como la limitación en las horas laborales, las mejoras en las condiciones de vida y la prohibición de trabajo bajo condiciones climáticas de calor excesivo, organizaciones como Human Rights Watch, Amnistía Internacional y distintos sindicatos, aún hablan sobre las injusticias que se sufren en el mercado laboral de Catar. Ante esto, exigen que la FIFA pague indemnizaciones por los abusos laborales causados y que en casos en que el trabajador haya fallecido, este dinero represente una ayuda económica para sus familias. Cabe destacar que patrocinadores del Mundial y socios de la FIFA, como AB InBev/Budweiser, Adidas, Coca Cola y McDonald’s, también han manifestado su apoyo a esta iniciativa de compensación económica.


Lo anterior evidencia que la preocupación sobre las condiciones laborales dignas no es solo de organizaciones sociales, sino también de empresas privadas. Es probable que las denuncias hayan llegado tarde y que las medidas tomadas hayan sido insuficientes para frenar los abusos laborales. Independientemente, el balón comenzará a correr en noviembre y el mundial no se detendrá. Aún quedan muchos retos que Catar y la FIFA deben solventar, para pagar por los daños causados y detener las críticas cada vez más recalcitrantes sobre el emirato.


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