Exor - Latam Centroamérica
31 de Octubre, 2022
Redacción EXOR
El vicepresidente regional de EXOR Latam para Centroamérica y el Caribe, César Addario Soljancic, tuvo una conversación con Eladio González, director editorial de Forbes Centroamérica, durante el primer foro Economía y Negocios de la revista, realizado en Antigua Guatemala, en octubre.
En la entrevista hablaron sobre EXOR, su visión, los proyectos que ha ayudado a desarrollar en América y sobre lo que puede hacer en la región centroamericana.
¿Cuáles son los mayores retos para el financiamiento de proyectos en América Latina?
Pensábamos que después de la pandemia no iba a haber nada más difícil. Sin embargo, con la invasión a Ucrania se ha complicado todo nuevamente y hemos generado una gimnasia de ir adaptándonos de crisis tras crisis. Veamos el Triángulo Norte, donde pensábamos que todos los préstamos iban a estar destinados principalmente a infraestructura y nos encontramos con que tendremos que recurrir a deuda soberana para cubrir brechas en sanidad y todas las complejidades que han llegado a la región. En El Salvador hicimos una emisión por un billón de dólares, que en ese momento era casi el 5 % del PIB, también estuvimos también en República Dominicana, Costa Rica, República Dominicana, ayudando a los países de la región en esa coyuntura.
Creo que el mayor desafío que se tiene es cómo adaptarnos a las tasas altas que estamos teniendo. Habrá que usar una canasta de opciones, en las cuales desde EXOR tenemos muchísima experiencia, para hacer una contingencia del precio del dinero. El dinero es un insumo más, pero talvez el más importante, porque mide y limita el desarrollo.
Habrá que apelar a un montón de mecanismos, como los distintos tipos de bonos, los temáticos, bonos verdes, bonos azules, KPI en los bonos, para poder tener tasas apetecibles.
La región tiene desafíos muy parecidos en todos los países, infraestructura, acceso al agua que aún es muy limitado, no se ha cumplido con las Metas del Milenio; la vialidad, que en todos los países hay un déficit, la energía, las líneas de distribución sobre todo, y la potencia.
Creemos que en todos los países de Centroamérica hay una necesidad básica aún no cubierta.
En medio de esta revolución de los mercados, ¿cómo evalúa el futuro de las adquisiciones y fusiones en las diferentes industrias?
Lo vemos a diario y en cosas muy conocidas. En el área tecnológica, con el servicio de delivery en la pandemia, las empresas que han crecido y se han desarrollado muy fuertemente en la región con la fusión y adquisición han sido Pedidos Ya, Hugo, Rappi, son las que han venido a cubrir una demanda: la gente comenzó a salir menos y la tecnología ayudó a acercar los bienes, en este caso la comida, a la gente. Esa es una línea que va a seguir sucediendo, el área tecnológica va a seguir teniendo ese tipo de crecimiento.
También está la banca local que se está empezando a expandir y a regionalizar, y lo hace a través de la adquisición de carteras. Fuera de la región pero dentro de Latinoamérica está el caso de la cadena de soja, de carnes, con una constante expansión, con grupos grandes absorbiendo a otros más chicos y mucha inversión extranjero.
¿Qué mercados tienen mayores oportunidades para proyectos de inversión ya sea en infraestructura, energía o agua?
Es un momento ideal para recorrer el mercado regional, las altas tasas que tenemos en el mundo van a obligar a explorar otras operaciones. Hoy Chile llegó al 11 % en la tasa de referencia. Vamos a tener que identificar operaciones que permitan a los países financiarse. Obviamente los que tienen mejor nota en la clase son los que acceden a mejor beneficio. Panamá es un país grado de inversión, ha podido tener accesos muy importantes. Guatemala es un país que si bien aún no ha metido mucho corporativo, las empresas guatemaltecas pese a que tienen un enorme espacio para financiarse afuera con estructurados a tasas competitivas y volumen de capital muy grande, no han entrado al mundo de las grandes ligas, y es una ventana importante que habría que aprovechar. Tienen una Ley de Infraestructura que abre al país a poder tener los servicios y la vialidad sin ir a deuda pública. Guatemala, Panamá y Dominicana tienen esa perspectiva.
Luego están los demás países que vienen construyendo poco a poco mejores posibilidades de mercado. Tenemos Honduras que está siendo redescubierto, El Salvador, países como Jamaica y Haití con desafíos mayores. Si bien identificar uno solo sería injusto porque hay muchos que tienen posibilidades, y todos, en mayor o menor medida, tienen las mismas necesidades.
Ustedes hacen estructuración de alianzas público privados, compártanos algún caso de éxito.
La alianza público privada en lo personal creo que es una herramienta fantástica, es el futuro de cómo tiene que ir la obra pública en los países. Nosotros tenemos muchísima experiencia en vialidad y hemos sido parte también de la construcción de la Ley de Alianzas Público Privadas en Paraguay, y de la ley que le precedió, que es la Ley de Seguridad de las Inversiones, que tienen que venir juntas, porque una cosa es dar la concesión y otra, asegurar que con el estado de ley jurídica correcta ayude a hacer la obra realidad. Tenemos vialidad del paso a nivel de Chile, en Santiago, una obra con peaje y “sea way” muy buena, y que es un emblema por volumen. También tenemos las rutas que se han hecho en Paraguay, en Argentina la ruta que cubre Buenos Aires con Mar del Plata. Hemos hecho mucha obra pública que ha ayudado, bajo la modalidad público privada, a desarrollar kilómetros y kilómetros de caminos sin que al Estado le cueste dinero. Eso es lo interesante que tiene este tipo de cartera: aligera la carga del país y genera infraestructura.
¿Cuál es el verdadero potencial de los bonos verdes y azules como esquemas de financiamiento que apoyan proyectos con compromiso con el medio ambiente?
Hasta está hecho a la medida de la región el nombre de los bonos. Cuando vemos Latinoamérica es un continente verde y azul, por los mares, los ríos, las selvas. Estos son bonos que caen perfectamente para el tipo de financiamiento y más aún ahora con las dificultades de tasas en el mundo. Los bonos verdes son ideales para todo un plan, por ejemplo, de reforestación, salidas en energías renovables, las solares, hidro, que es básicamente la matriz energética de toda América Latina. Creo que un bono verde ayudaría mucho a generar la infraestructura necesaria, un país que ha logrado sacarles provecho es Brasil y es un modelo a seguir. Han logrado vender bonos para reforestar la Amazonia.
El bono azul suena a conservación de mares pero sirve para todo lo que es puertos. Centroamérica tiene los dos mares, que son pocos países en el mundo los que lo tienen. La región tiene puertos en el Pacífico y en el Atlántico, el Canal de Panamá, se podría crear toda una red de infraestructura mediante puertos, puertos secos de colectividad. Guatemala tiene las dos costas, podría generar una franja de desarrollo inmensa alterna ty complementaria al Canal de Panamá, y que ayude a los tiempos logísticos. El costo de movilizar mercadería sigue siendo alto y no dan avance las logísticas. Generando nuevos espacios que te permitan que sean financiables mediante estos instrumentos, que te permigan agilidad, no es solo una necesidad para el país sino para el mundo, para llegar de la costa este a la costa oeste de Estados Unidos de forma rápida.
¿Por qué vemos pocas emisiones de bonos verdes y azules en la región?
A cada país le llega su tiempo y hoy Centroamérica está entrando de pleno en la globalización. Muchas veces llegan primero ciertas cosas, productos, cultura, y finalmente llega el dinero. Creo que Centroamérica está entrando en la globalización final de los mercados, en el insertarse a los mercados que le permitan tener las facilidades para la construcción de este tipo de proyectos, que pueden ser no solamente revolucionarios en cuanto a mano de obra, trabajo, logística, a todo el cluster que se genera, sino a la vez va a generar y a cumplir una necesidad que el mundo tiene. El puerto de California, el de San Francisco, están abarrotados, con retrasos de mercadería de seis meses. Tener la opción de correrlos unos kilómetros al sur y poder hacer el traspaso sería fantástico, y una operación 100 % bono azul.
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