Por: Ana María García Larín
¿Estudiar una carrera universitaria es en verdad una solución? ¿O es el inicio de un grave problema? El avance en los procesos productivos y el uso de nuevas tecnologías han traído consigo la necesidad de contar con mano de obra calificada, es decir, personas que posean un mayor grado de preparación y conocimiento.
América Latina es una de las regiones del mundo con mayor privatización en la educación superior: más del 50 % de los estudiantes se encuentran en instituciones privadas, lo que implica la necesidad de buscar una fuente de financiamiento para costear su carrera. En Estados Unidos, la deuda estudiantil es la segunda mayor deuda privada después de la hipotecaria, y la más rápida en crecer. La acumulada ha alcanzado alrededor de los dos billones de dólares en los últimos 20 años.
En El Salvador, según la Encuesta de Hogares y Propósitos Múltiples (EHPM), en 2017 el promedio salarial para profesionales científicos e intelectuales era de US$697.22 y el costo anual promedio de carreras universitarias era de US$3,419. Los créditos estudiantiles tienen una tasa promedio del 9.5 %, lo cual implica que, al término de la carrera, los profesionales deben destinar gran parte de sus ingresos al pago de estos.
En general, en los países en desarrollo el proceso de colocación laboral es complicado, dado que las empresas suelen escoger en búsqueda de mano de obra barata, dejando de esta manera de valorar el esfuerzo e inversión en educación superior que las personas realizan. En un estudio sobre mercado laboral, realizado por Adecco en 2019, se muestra que apenas el 25 % de los profesionales en Argentina ejercen sus profesiones y reciben salarios mínimos que no cubren sus necesidades básicas y mucho menos crediticias. Muchos optan por oportunidades de trabajo en áreas ajenas a sus profesiones, tal es el caso de los call centers, los cuales ofrecen un salario promedio superior al del país, requiriendo únicamente el manejo de otro idioma, pero que raras veces permite un desarrollo a nivel profesional para quienes laboran en ellos.
El retorno económico de estudiar una carrera universitaria en países en desarrollo es bajo, dado que las remuneraciones no van de acuerdo con la especialización e inversión en educación, por esta razón, muchos jóvenes optan por desertar o no estudiar una carrera universitaria. Es de vital importancia que los gobiernos pongan especial cuidado en la preparación de mano de obra calificada, invirtiendo en educación superior y velando por el bienestar de los profesionales, dado que la educación es un eje fundamental para el desarrollo económico de los países.
Ana María García Larín
Analista Financiera Exor