Opinión

Cómo la fuga de talentos erosiona el futuro económico de España

  • Verena Daxlberger
    Exor - Latam Centroamérica
    27 de Agosto, 2024

España enfrenta un fenómeno que pone en riesgo su futuro económico: la fuga de talento. Este fenómeno, que implica la emigración de jóvenes cualificados en busca de mejores oportunidades laborales en el extranjero, surgió durante la Gran Recesión de 2008-2014 y ha vuelto a cobrar intensidad tras la pandemia del COVID-19. El impacto económico de esta fuga es profundo y multifacético. 

Según un reciente informe de la fundación BBVA-Ivie, en 2022 aproximadamente 400,000 personas abandonaron España en busca de oportunidades laborales más prometedoras, y el 10.03% de ellas eran menores de 35 años con estudios superiores. Esta pérdida de talento, valorada en 15,050 millones de euros en capital humano activo, no solo implica un golpe económico inmediato, sino que también limita el potencial de crecimiento y la competitividad a largo plazo del país. En este contexto, es crucial cuestionarse si esta pérdida es algo que España puede permitirse ignorar o si, por el contrario, refleja un deterioro serio de sus perspectivas económicas futuras. 

El capital humano es uno de los activos más valiosos que posee un país y, según el Banco Mundial, representa el 64% de la riqueza total a nivel global. Este recurso abarca el conocimiento, las habilidades y las capacidades de la población, siendo la principal ventaja competitiva de cualquier economía. Una gestión inadecuada del capital humano lleva a una baja productividad y compromete seriamente la capacidad de un país para innovar. Esta innovación es clave para el desarrollo económico, ya que impulsa la creación de nuevos productos y servicios, mejora la eficiencia en la producción y genera empleos de mayor calidad. 

La emigración de jóvenes cualificados no solo implica la pérdida de talento, sino también de la inversión que el país ha destinado a su formación. En 2022, el gobierno español destinó 6,747 euros por cada alumno universitario. Esta inversión no se recupera si los graduados optan por desarrollar su carrera laboral en el extranjero, resultando en una pérdida económica significativa para el país. Además, la salida de estos jóvenes pone en riesgo el estado de bienestar, especialmente en un contexto de progresivo envejecimiento demográfico que amenaza la sostenibilidad del sistema de pensiones a largo plazo. 

La mayoría de estos jóvenes no emigran por elección, sino que se ven forzados a buscar oportunidades fuera debido a las deficiencias del mercado laboral español. En 2024, la tasa de desempleo juvenil (16-24 años) alcanzó la preocupante cifra de 26.6%, más del doble de la media mundial. A pesar de que el 43.7% de los jóvenes españoles poseen una titulación superior, el 28.6% sigue desempleado, y un 35.9% de los que trabajan están sobrecualificados, desempeñando empleos muy por debajo de su nivel de formación. Esta sobrecualificación no solo genera frustración, sino también la percepción de que el país no valora ni aprovecha adecuadamente su talento.

La precariedad laboral también es una gran preocupación, predominan los contratos temporales y a tiempo parcial, y el salario mínimo interprofesional en España es de 1.323 euros, frente a los más de 2,000 euros en países del norte de Europa. Esta combinación de sobrecualificación, baja remuneración y condiciones laborales inestables impulsa a muchos jóvenes a buscar mejores oportunidades en el extranjero, en países como Alemania, donde la tasa de desempleo juvenil desciende a 5.5%. 

Consciente de esta crisis, en 2022 el gobierno español aprobó un plan de 3,000 millones de euros para atraer y retener talento científico e innovador, que incluye 30 nuevas iniciativas. Sin embargo, surge la pregunta de si estas medidas serán suficientes para frenar la emigración de decenas de miles de jóvenes que buscan un futuro más prometedor fuera de España. La fuga de talentos no solo tiene un impacto económico, sino que también refleja la desilusión de jóvenes con un sistema que no ofrece las oportunidades que merecen. Si no se resuelve, España podría seguir enfrentando una pérdida continua de jóvenes cualificados, limitando su capacidad de crecimiento y debilitando las perspectivas futuras del país. Es esencial que las políticas no solo intenten atraer de vuelta a los que se han ido, sino que también creen un entorno laboral en el que los jóvenes puedan prosperar sin tener que abandonar su país.

 

 

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