Redacción EXOR

Tras más de dos años de inactividad, los bancos estadounidenses comienzan a inscribirse en un mecanismo de respaldo financiero ofrecido por la Reserva Federal de Estados Unidos, con el objetivo de fortalecer su posición ante posibles situaciones de estrés. Sin embargo, aún existe incertidumbre sobre si estarán dispuestos a utilizarlo en caso de crisis.

El mecanismo, conocido como la Facilidad de Repos Permanente, permite a los bancos obtener efectivo de emergencia de manera overnight a través de un acuerdo de recompra, o repo, utilizando títulos del Tesoro y valores hipotecarios de agencias como colateral. Aunque las firmas que actúan como contrapartes comerciales del Banco de la Reserva Federal de Nueva York, llamadas dealers primarios, tienen acceso directo, otros bancos deben solicitar su inclusión. Este respaldo fue establecido en julio de 2021 para apoyar a los mercados monetarios después de que picos en las tasas de interés generaran preocupaciones sobre la estabilidad financiera. La adopción por parte de los bancos ha sido lenta.

La reticencia de algunos bancos a inscribirse en este mecanismo se debe, en parte, al temor de que pueda existir un estigma asociado, ya que pedir prestado a la Fed en momentos de crisis podría ser interpretado por inversores y examinadores bancarios como un indicador de problemas de liquidez u otros inconvenientes. Tal como lo recordaron recientemente los bancos regionales de Estados Unidos tras los problemas de New York Community Bancorp, cualquier señal de debilidad puede desencadenar rápidamente una crisis de confianza en el prestamista.

No obstante, este temor parece estar disminuyendo en algunos sectores. Entrevistas con expertos del mercado y una reciente encuesta de la Fed indican que los bancos están comenzando a inscribirse en la facilidad. La iniciativa surge después de que, a raíz de las corridas bancarias de marzo pasado, los reguladores hayan instado a los prestamistas a asegurarse de estar preparados para enfrentar futuras salidas de depósitos, explicó Bill Nelson, economista jefe del think tank Instituto de Política Bancaria.